Termina el año 2013 con las mismas injusticias seculares, la misma vieja opresión, la misma antigua, perversa corrupción en todos los rincones del planeta. Naciones enteras en retroceso hacia las formas más oscuras de la intolerancia, las prohibiciones, los crímenes contra la libertad y contra la dignidad humana. A los infames recortes sociales siguen los recortes de los derechos de las mujeres, de los niños, de los inconformes, de los que se aman, de los que piensan, de los que intentan defender la intransferible propiedad de su intimidad, de los que rechazan los privilegios, de los que defienden a la naturaleza y a los animales, de los que exigen la paz, el libre pensamiento, la educación para todos y el valor de la opinión y de la conciencia.
Un rey que asesina elefantes a precio exorbitante que es pagado por algún reyezuelo extranjero a cambio de favores en la adjudicación de contratos, un presidente que desata guerras por doquier en nombre de la paz, un régimen que permite el asesinato de adolescentes en nombre de la moral sexual, otro que invade las antiguas colonias de su nación sin siquiera solicitar el visto bueno de las Naciones Unidas, gobiernos que se erigen en dictadores de la vestimenta femenina, prohibiendo el velo de la Virgen María y financiando con prebendas fiscales la propaganda comercial del cuerpo femenino, regímenes que bombardean ciudades y campos asesinando niños y ancianos con impunidad hitleriana, todo ello en medio de la orgía global del consumo y la alta tecnología mientras la atmósfera se ahoga, el planeta se calienta y la diversidad biológica se asoma al borde de la catástrofe, todo ello marcaría los síntomas del fin de nuestra especie si no fuera porque los indignados, los rebeldes, los importunos crecen y se multiplican y cubren la tierra como las langostas bíblicas que en su día pusieron de rodillas al poderoso faraón.
Sí, el año nuevo que ya llega anuncia grandes luchas de los pueblos, de las muchedumbres marginadas, despreciadas y oprimidas. Dirá el tiempo si esas luchas llegan demasiado tarde o si, por el contrario, lograrán detener la orgía suicida de las clases dominantes del mundo. No siendo profeta, me niego a profetizar. Pero quisiera tener la voz poderosa de los jueces bíblicos que anunciaban la cólera santa de los pueblos y clamaban contra la corrupción, la mezquindad y la estúpida avaricia de los opresores.
Que venga el nuevo año y traiga luz en las conciencias, determinación y valor en las voluntades, heroísmo en los ánimos y solidaridad combatiente en los corazones. Que seamos capaces de barrer sin piedad las lacras de la humanidad doliente. Que seamos todos, sin vacilaciones, los rebeldes, los indignados, los revolucionarios, los importunos.
Carlos Vidales
Estocolmo, diciembre 28 de 2013