
Universum – C. Flammarion, coloreado por Hugo Heikenwaelder, Wien 1998, del grabado de autor anónimo en la obra de Camille Flammarion, L’Atmosphere: Météorologie Populaire (Paris, 1888), p. 163. La imagen representa a un monje que traspasa el límite entre el cielo esférico y la tierra plana. El original tiene un texto en la base que dice: «Un misionero medieval cuenta que ha encontrado el punto en que el cielo y la Tierra se encuentran…» (Tomado de Wikimedia Commons)
En aquellos tiempos oscuros
no se podía jugar fútbol
porque, según el dogma,
la pelota era plana.
Carlos Vidales
Estocolmo, 2010
Nota bene: La ironía de este poema no va dirigida contra la teología católica ni contra el pensamiento medieval, pues durante toda la Edad Media fue sabido por la gente culta europea que la Tierra y la pelota eran objetos esféricos. Fueron los filósofos presocráticos quienes creyeron que la Tierra era plana, si bien Parménides y Pitágoras afirmaron que era una esfera. Más tarde, Aristóteles ofreció las razones lógicas para postular esta esfericidad. En muchas otras culturas de la antigüedad se consideró como verdad científica y religiosa la idea de que nuestro mundo era plano. Los mayas conocieron la redondez de nuestro planeta y, desde luego, la anatomía esférica de la pelota de caucho natural, de la que fueron inventores. El mito «racionalista» de que los teólogos medievales sostenían que la Tierra era plana fue inventado durante el siglo XVII para desacreditar al catolicismo, empresa en la que se dieron la mano los protestantes y los científicos librepensadores, pioneros de la «Edad de la razón». Según James Hannan, «El mito según el cual las personas de la edad media creían que la Tierra era plana aparece en el siglo XVII como una campaña por los protestantes en contra de las enseñanzas católicas. Pero logró notoriedad en el siglo XIX, gracias a historias no basadas en hechos como en History of the Conflict Between Religion and Science (Historia del conflicto entre la religión y la ciencia) de John William Draper publicado en 1874 y en History of the Warfare of Science with Theology in Christendom (Historia de la guerra entre la ciencia contra la teología de la cristiandad) de Andrew Dickson White publicado en 1896. Ateos y agnósticos lucharon para imponer esta idea del conflicto para lograr sus propios propósitos…» (James Hannam. «Science Versus Christianity?»). Así pues, mi poema se burla tanto del pensamiento dogmático como de las absurdas mentiras fraguadas por algunos en nombre de la ciencia para luchar contra el dogmatismo. Vale.