Conversaban Dios y el Diablo.
Y dijo Dios: – Si los terrícolas me inventaron para legitimar sus atrocidades, ¿para qué, entonces, te inventaron a tí?
Y el Diablo respondió: – Es muy simple, compadre. Tú estás a cargo de las atrocidades buenas; las atrocidades malas van por cuenta mía.
Ambos callaron. Se miraron el uno al otro, durante largos siglos… y luego se abrazaron con ternura.
Carlos Vidales
Estocolmo, junio de 2012