Poema prosaico

Hay un reino que se cae a pedazos, con un rey y una familia real que se caen a pedazos, una clase empresarial y un sistema bancario y financiero que se caen a pedazos, un poder judicial que se cae a pedazos en el fango de la prevaricación y la desvergüenza, y un estamento político que se cae a pedazos en el descrédito y la corrupción. No es un reino imaginario en un país imaginario de una península imaginaria de un continente imaginario en un planeta imaginario, no. Es un reino concreto y tangible en estado y olor de descomposición concretos y tangibles. Y si este entramado de estafas, impunidades, mentiras y latrocinios no se hunde definitivamente en el torbellino purificador de una revolución, es solamente porque dos grandes fracciones de la sociedad están enzarzadas en una pugna irreconciliable: la primera adora sus cadenas y la segunda las prefiere a los riesgos y laberintos de la libertad.

Carlos Vidales
Estocolmo, mayo de 2012
Imagen: Giotto, El Juicio Final – Infierno (fragmento)

 

Arte de amar

Colibrí: vuelo entre flores

En el arte de amar,

supongo yo, 

los colibríes

se cuentan

historias de aguas y de flores.

Carlos Vidales
Estocolmo, mayo de 2012

Diseño gráfico, Carlos Vidales
a partir de una fotografía tomada por
Carlos-Enrique Ruiz
en el Parque del Pensamiento,
Manizales, Colombia.

Nota bene. En el curso de un intercambio epistolar con el poeta Carlos Villegas, a propósito de un videopoema suyo (enlace abajo), hablé de los bellos colibríes peruanos y su relación con los manantiales andinos de agua y las flores, cuyas variedades y formas son específicas para cada variedad de colibrí. La perfecta correspondencia entre el pico del colibrí y su flor predilecta hace imposible la infidelidad. Por eso dije, en prosa: «En el arte de amar, supongo yo, los colibríes se cuentan historias de aguas y de flores». Carlos Villegas advirtió de inmediato: «eso es un poema». Y, más tarde, Carlos-Enrique Ruiz me envió desde Manizales una hermosa fotografía de un colibrí volando entre flores.

Aquí abajo, el enlace a «Lógica amatoria de los colibríes», de Carlos Villegas: